En esta alegría no solo los padres son los bendecidos, sino también los hermanos, porque gracias a estos niños con síndrome de down, aprenden a valorar lo que tienen, lo que son y a no discriminar a los demás, ya sea por su color, religión o aspecto físico. Y también muchas veces defienden a sus hermanos en ciertas circunstancias en las cuales ellos necesitan de los demás.
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